¿Quién podría negar que un sabroso cafecito siempre es bueno después de una rica comida, o como compañero infaltable en la charla con amigos; quién no se tienta con una gaseosa bien helada cuando el calor golpea y la sed acecha; o quién no disfrutó de un exquisito té con galletitas una tarde cualquiera?
Todas estas bebidas, aunque aparentemente tan diversas, tienen algo en común: la cafeína.
Todas estas bebidas, aunque aparentemente tan diversas, tienen algo en común: la cafeína.
Este ingrediente activo del café está presente en muchas comidas y bebidas, y es la droga estimulante más popular del sistema nervioso central. Se la encuentra en más de 60 especies de plantas distribuidas en todo el planeta.
Se ha descubierto que la cafeína está presente en el café, el té, el cacao, el chocolate y los refrescos -como las bebidas cola y el guaraná-. Fue descubierta en las semillas del café en 1820 y unos años más tarde se demostró que la teína, un alcaloide presente en las hojas de té, era en realidad cafeína. Más aún, el té, en peso, contiene más cafeína que el café. Es la droga estimulante más aceptada socialmente y, a su vez, la menos perjudicial.
Qué es y cómo actúa la cafeína
De acuerdo a los expertos, la cafeína, que pertenece al grupo de sustancias llamadas xantinas, estimula el cerebro al interferir en la acción de la adenosina -un transmisor nervioso que produce calma y tranquilidad- y provoca una sensación de euforia y de fuerza durante algunas horas. También facilita la actividad intelectual y la creatividad, al mantener despierto y en estado de alerta a su consumidor. Todo esto ocurre junto con un incremento de los niveles de adrenalina y noradrenalina, que son neurotransmisores activadores.
La máxima concentración en la sangre se alcanza entre los 30 y 45 minutos de haberla ingerido. A las tres horas ya se ha eliminado la mitad de lo que se absorbió.
Según el libro de Farmacología, del doctor Manuel Litter, esta sustancia actúa en distintos niveles en todo el cuerpo. A dosis habituales de dos a cuatro tazas diarias -150 a 250 miligramos- estimula las funciones psíquicas, lo que aparentemente no es seguido de depresión; y se hace más fácil el esfuerzo intelectual, la asociación de ideas y la atención. En el nivel del sistema cardiovascular actúa estimulando el corazón -incrementa la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción- y además aumenta la presión arterial en forma transitoria.
Tanto la cafeína como la teofilina provocan disminución del flujo sanguíneo cerebral por vasoconstricción, aliviando de esta manera la cefalea.
Otro efecto importante es que aumenta la secreción de jugos -como el ácido clorhídrico y la pepsina- en el estómago. Esta acción la convierte en una droga irritante de la mucosa gástrica; pero, a su vez, tiene acción antiespasmódica en la vesícula.
La cafeína posee también un leve efecto diurético; aumenta la capacidad de trabajo muscular, refuerza la contracción, retarda y alivia la fatiga. Finalmente, produce un muy pequeño efecto en los pulmones, dilatando los bronquios.
Efectos nocivos de la cafeína
El consumo excesivo de cafeína puede provocar dependencia, aunque con un síndrome de abstinencia mucho más benigno que en otros casos -dolor de cabeza, irritabilidad y somnolencia patológica-. A dosis altas produce excitación, ansiedad e insomnio, temblor, un aumento generalizado de la sensibilidad y disminución de los reflejos. También puede provocar gastritis por estimulación de la secreción gástrica.
En el deporte es considerada una sustancia restringida, es decir, que su uso está permitido siempre que no se llegue a una concentración en la orina de 12 microgramos por mililitro. Como este dato puede decir poco, hay que saber que dos cafés tomados a la vez o prácticamente seguidos producen este nivel de cafeína en la orina hasta dos o tres horas después de su ingestión. Si se sobrepasan estos valores se considera doping, porque mejora el rendimiento físico.
La cafeína se encuentra en numerosos preparados antigripales en asociación con otros fármacos. Se puede utilizar en el tratamiento de la migraña porque produce vasoconstricción en los vasos pericraneales dilatados.
Dados los variados y extremadamente potentes efectos de la cafeína, y su uso extensivo en todas las capas sociales, quizás algún día se considere la restricción más general de su consumo como un inicio a la atención sanitaria preventiva. Ciertamente, aumentar la educación pública para ayudar al reconocimiento de que las sustancias frecuentemente consumidas y socialmente aceptadas como el té, café, alcohol y tabaco contienen importantes drogas psicoactivas ayudaría al público a distinguir entre los tipos y patrones de consumo.
Extraído de http://www.buenasalud.com