Después de transpirar en el gimnasio un adecuado retorno al ritmo cardíaco y a la presión sanguínea es muy importante para reducir el riesgo de lesiones y de dolores que puedan surgir.
Luego del entrenamiento es recomendable un trabajo regenerativo: bajar el nivel de intensidad cuando estamos terminando la rutina y continuar con un ritmo moderado durante algunos minutos más.
Después de levantar pesas...
Frotá los músculos trabajados durante 5 minutos.
Luego deslizá una pelotita o un rodillo sobre las partes doloridas.
Para finalizar, tomá una ducha alternando tres minutos de agua caliente con uno de fría. ¿Por qué? Porque el agua fría hace más lento el metabolismo, ayuda a desinflamar y alivia los dolores provocados por el esfuerzo.
Después de correr...
Finaliza despacio: primero, continúa corriendo a buen ritmo durante 20 o 25 segundos, luego camina o trota durante un minuto o dos. Repetí la secuencia cinco veces. Al finalizar la rutina es importante elongar muy bien las piernas empezando por cuádriceps, aductores, femorales y gemelos.
Después de la bici...
Luego de por lo menos media hora ininterrumpida de trabajo en el gimnasio o al aire libre, es recomendable elongar muy bien los cuádriceps ya que durante el ejercicio estuvieron en contracción. También se puede masajear las piernas en forma circular ascendente o acostarnos, levantar las piernas y moverlas en forma circular. Esto activará la circulación sanguínea.
Después de nadar...
Sumergite cinco o seis veces expulsando todo el aire. Luego nadá con tranquilidad aproximadamente un 10% de la distancia del entrenamiento total. La elongación se puede hacer antes de salir del agua, en la parte baja, prestando especial atención a músculos dorsales y hombros que son los que más trabajaron. Al salir del agua, es recomendable una ducha templada que se puede alternar con agua un poco más fría. Cuidá que los cambios de temperatura no sean agresivos.