Para criar hijos emocionalmente fuertes, capaces de resistir una tentación o decir “no” a la presión de una amigo para que pruebe alguna droga, es necesario que el propio niño haya recibido varios firmes “no! De sus padres a lo largo de su vida, que haya aprendido a aplazar sus deseos inmediatos. Los padres muy permisivos impiden que sus hijos aprendan a convivir con las inevitables frustraciones de la vida.
Pero todos los padres sabemos que es mucho más difícil y antipático decir “no” que decir “sí”. Por eso es necesario que los padres, estén separados o no, se pongan de acuerdo en las normas de la familia y que no se saboteen uno al otro. Cuanto más claros sean los límites puestos en la niñez, más fácil será mantener la autoridad en la adolescencia.
En relación a las drogas, a tus hijos debe quedarles bien claro que desaprobás su consumo, y que esperás que ellos también lo desaprueben. Las posturas tibias de los padres aumentan la probabilidad de prueba de los hijos.
Acompañar a tus hijos
Las largas jornadas laborales mantienen alejados a los padres del hogar durante muchas horas. Es conveniente, aunque puede ser difícil, que los hijos no queden solos (aunque ya sean “grandes”), sino a cargo de un adulto. Es importante estimularlos a realizar acividades deportivas, culturales, creativas, así como conocer a sus amigos y los lugares que frecuentan.
Es imposible (y también dañino) que los padres controlen cada minuto del tiempo de sus hijos. Pero sí pueden acompañarlos emocionalmente siempre, si construyen una buena y sólida relación con ellos. Para esto, nada mejor que realizar juntos actividades gratificantes: fútbol, cocina, paseos, reuniones familiares, o lo que más les guste. Hay que evitar que las charlas con los hijos se conviertan en sermones.
Deben ser verdaderos diálogos, donde se los pueda escuchar y aconsejar, siempre respetando su inteligencia y confiando en su capacidad para decidir con responsabilidad.