Y si, todo queda mejor cuando estamos bronceadas: la ropa, el traje de baño, los accesorios, los tonos radiantes. Pero el tema es cómo lograr un buen color, sin efectos negativos.
Pues, aunque no los veas, tu piel acumula cada uno de los descuidos y dentro de unos años, se va a traducir en manchas, envejecimiento prematuro y sequedad.
El verdadero bronceado dorado es lento, paulatino y seguro. Por ello para que aprendas a cuidarte y evites cualquier contratiempo con el sol, te comento qué aspectos debes tener en cuenta cuando el sol asoma.
El pelo también sufre:
Al igual que en la piel, los rayos UV atacan la fibra capilar y dañan el cemento intercelular ( que aseguran la cohesión de escamas), la keratina (que brinda resistencia) y la melanina (que garantiza el color). La heliofragilidad mide los grados de sensibilidad de tu melena frente a los rayos UV.
La regla es la siguiente: si te hacés tono sobre tono, brushing ocasionales y lavados frecuentes, tu grado de sensibilidad frente al sol es 1. Así, cuando tus mechas entran en contacto con los rayos, pierden sus recursos de defensa.
En cambio, si tenés el color con decoloración, color permanente o semipermanente y te hacés brushing con regularidad, tu grado es 2. Por eso tu cabello tiende a debilitarse más rápido, su fibra es menos resistente, el color se altera y pierde intensidad frente al sol.
Por suerte, podés evitar esos daños con tratamientos capilares contra el efecto del sol.
Autobronceantes y Camas Solares:
Para no llegar con un blanco fantasmal a la playa o la piscina, los autobronceantes ayudan, pero decile no a las camas solares.
Los autobronceantes son excelentes productos a la hora de obtener un color bronceado, ya que utilizan como principio activo la DHA (Dihidroxiacetona), que interactúa con los corneocitos epidérmicos, dándole un color dorado a la piel. Funcionan muy bien en la tez clara, extremedamente sensible al sol.
En cambio, la cama solar no es aconsejable en ningún momento, ya que bajo estos tubos de luz, también te exponés a radiaciones ultravioletas de tipo A (UVA), que llegan profundamente a la epidermis y dañan los tejidos. La piel se oxida y cambia de color. Envejece y acumula daños que pueden, tanto como el sol, generar tumores.
Previo a tomar sol:
Antes de tomar sol, la piel debe estar limpia, hidratada, sin restos de maquillaje y, en lo posible, exfoliada. Lo mejor es hacerte este tratamiento una semana antes de la primera exposición solar, porque así fijás mejor el bronceado. Si no retirás esa cutícula que tiene la piel, el cutis se descama, no toma color parejo y se mancha.
Texto extraído de la Revista Cosmopolitan Fitness Argentina Año 12 Nº 2 Noviembre 2008