Reproducción de los helechos:
El ciclo biológico, es decir todas las etapas que se dan desde que se forma una planta hasta que ésta da origen a una nueva generación, puede describirse para la mayoría de los helechos, en forma breve, de la siguiente manera.
Si partimos de una planta adulta, en etapa reproductiva, puede observarse que ésta presenta ciertas estructuras características denominadas esporangios.
En esos esporangios, luego de un proceso de división celular conocido como "meiosis", se forman unas células particulares, las "esporas", que cuando están maduras son liberadas y transportadas por el agua y el viento.
En esos esporangios, luego de un proceso de división celular conocido como "meiosis", se forman unas células particulares, las "esporas", que cuando están maduras son liberadas y transportadas por el agua y el viento.
Así como en las plantas superiores utilizan mayoritariamente las semillas como órgano de dispersión, los helechos utilizan las esporas para tal fin, aunque debe quedar claro que se trata de estructuras totalmente diferentes.
Posteriormente estas esporas germinan y dan lugar a una estructura microscópica conocida como "protalo", sobre la cual en determinado momento se formarán las células sexuales o "gemetos".
Normalmente un mismo protalo produce tanto gemetos masculinos (llamados "anterozoides") como femeninos (llamados "oosfera"), aunque normalmente diferidos en el tiempo, de manera de facilitar la fecundación entre gametos de plantas diferentes.
Los gemetos masculinos son móviles y para su desplazamiento requieren de la presencia de agua, una vez que un antero-zoide logra fecndar una oosfera, se forma una nueva planta de helecho, igual a la planta original de la que partimos en la descripción de este ciclo.
En un principio ésta se nutre del protalo hasta que comienza a producir nuevas raíces adventicias. Cuando llegue a su madurez comenzará a su vez a producir esporas, cerrando el ciclo.
Tanto la formación de esporas a través del proceso de meiosis, como la fecundación entre gametos masculinos y femeninos asegura que los hijos no sean exactamente iguales a los progenitores, es decir permite que exista variabilidad, la cual como todos sabemos es absolutamente necesaria para el mantenimiento de la vida en nuestro planeta.
Texto extraído de la Revista Jardines del Diario El País